-Vamos a darle el beneficio de la duda- era el primer mensaje de whatapp del lunes de Lucas, seguido por -ya estoy organizando el cronograma de recorridas de plazas.-
Clara leía el mensaje y no podía más que sonreír con tanta proactividad.
-¿Todos tienen comida? ¿O tienen que pedir? -preguntó Lucas
La consigna era todos tener su almuerzo antes de las 12. 12:30 Clara se presentaría por la plaza como siempre y 12:35 pasarían los demás en el auto. Si clara estaba sentada con alguien leyendo seguían su camino, sino Clara se les uniría en el auto e irían a otras plazas buscándolo.
Un plan simple y sin fallos, y lo bueno es que si no está vamos a contenerla escribió Natalia en el otro grupo, el grupo sin Clara. Los tres quedaron muy conformes y retomaron las actividades laborales.
-Nati, ¿te puedo decir algo? – preguntó Clara tan sutilmente que Natalia casi no la escucha, fue como un susurro. Natalia levantó la mirada, por encima de su monitor para verla seguido de un – ¡Más bien!
-Gracias, si bien al principio no quería que le dijeras a los chicos de toda esta historia confieso que la han vuelto algo sumamente divertido. Creo que de encontrarlo en otro lugar que no sea en la plaza a nuestro horario no volvería a hablarle pero estoy disfrutando de todo esto.-
Natalia sabía que no era tan así, pero al menos veía que se estaba preparando para cerrar esta historia y dejar de pensar en este tipo, lo cual era muy alentador.
-Estimados, son las 12, Clara avisá cuando llegues a la plaza y avisá si lo encontras. Natalia salí en hora, 12:30 abajo en la puerta, no hagas que me toquen bocina. Franco, te espero 12:25 en la puerta del ascensor, ¡no te vayas con ninguna chica! – Así terminaba el mensaje de Franco. Tal fue la sorpresa del resto del grupo que solo atinaron a dar su “ok”.
A las 12:30 Natalia se encontraba en la puerta del edificio esperando a los chicos, frena un auto azul y se deja ver la sonrisa de Franco cuando el vidrio baja. -No puedo creer que estés acá en hora, esto es un milagro- mientras los dos se ríen Natalia les responde -Llego cuando hay que llegar, ni antes ni después y arráncá que te van a tocar bocina.
El ánimo dentro de ese auto era el mejor, todavía no sabían dónde comerían, o cuántas plazas recorrerían. Internamente esperaban que Clara encontrara a su lector y que este fuera un cuento más que contar los viernes por la noche en el bar.
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