Caminaba muy rápido, la hora del almuerzo nunca el alcanzaba. No lograba entender si era un problema percepción o si el tiempo no era suficiente para todo lo que quería hacer.
La plaza quedaba a una cuadra, pero sentía que perdía mucho tiempo en llegar. Él la esperaba en ese banco con la mirada perdida y su cara se transformaba cada vez que la veía. Para Clara esa sonrisa hacía que todo el día valiera la pena.
Disfrutaban de almorzar juntos, de sonreír, de cortar la jornada laboral y tener un momento de tranquilidad. Esos almuerzos en la plaza eran un escape. Por una hora todo se reducía en ir tras los pasos de Mr Poirot y tratar de anticiparse.
Pero hoy era distinto, creo que esta era la razón por la que Clara estaba llegando tarde, había algo en ella que prefería no llegar.
En el almuerzo de ayer, ella en un impulso lo había besado. Todavía no sabía si fueron las hormonas, el calorcito o su mirada. Algo la impulsó a robarle un beso y él se alejó, se tomó un momento casi eterno, para decirle, -perdóname, no puedo – y se fue.
Ella se quedó sentada en el banco intentando entender qué había hecho. Era una amistad perfecta, ¿por qué pensó que podía ser otra cosa?
Cuando llegó a la plaza no le sorprendió el hecho de que él no estaba sentado en su banco esperándola. Abrió su libro, como antes, pero esta vez no se pudo concentrar en la lectura, le faltaban sus miradas, le faltaban sus sonrisas.
El mediodía, la plaza, el libro, todo había perdido sentido. Guardó el libro, almorzó y prefirió caminar lo más lejos posible de ese banco de plaza. Precisaba alejarse al menos físicamente, porque su mente solo veía el beso y su partida en un bucle siniestro.
Gran poema, me ha gustado mucho
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Me alegro!
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